Les dejo un pequeño pasaje de mi próxima novela, que por el momento no tiene título.
"Ya no me pongo nerviosa cuando no puedo dormir o me despierto en plena noche. Disfruto de mi compañía como de la de una buena amiga que me comprende muy bien, y que cada día me conoce mejor.
Me gusta esa intimidad que tenemos en la oscuridad, cuando nada nos distrae, cuando ningún ruido nos impide escuchar nuestro interior. Cuando nuestros sentidos están alerta y nos sentimos con más intensidad. Esa comunicación silenciosa que se establece con el cuerpo, con el alma.
La noche siempre me susurra cosas interesantes, cosas que me pasan y a lo largo del día, mi distraída atención no alcanza a darse cuenta, pero el silencio y la oscuridad son propicias a la intimidad, a las confidencias, a los detalles que casi nunca se comentan, pero que tienen una gran importancia.
Siempre me ha parecido que la noche tiene la llave de muchos misterios. El primero, la bóveda celeste. Ese increíble e inalcanzable manto que tenemos sobre nosotros y que me resulta tan fascinante de observar, de indagar, de descifrar… Me da la sensación de que en él, se encuentra la solución a muchas preguntas, y en el silencio lo miro y me detengo a escucharlo. Tengo la impresión de que me susurra secretos desde el silencio, y ciertamente, en la noche he encontrado tantas y tantas respuestas…
Por eso amo a la noche con sus lucecitas brillantes que en la ciudad son apenas unas pocas, pero cuando estás en la naturaleza, parecen bordadas en su manto, inundándolo de luz. Me gusta perderme en ellas, me pasaría la vida mirando ese mar de estrellas que tanto me atrae en su inmensidad.
La noche es tan misteriosa, tan interesante… que te invita a quedarte en su paz, en su belleza, en su sereno equilibrio. Un día de estos le haré un poema, por acogerme en su magia, en su misterio, y dejarme ser lo que soy, sin miradas que me condicionen a ponerme ninguna máscara. Con la cómplice sensación de que ella me escucha a mí, y yo la escucho a ella, sin juicios.
A veces la siento como a una mujer que me acoge en su seno y me permite que le haga lo que desee. Latente pero inescrutable, infinita, inalterable, a veces fría y a veces cálida, dejándose admirar y querer, mostrándome sus lados oscuros y sus lados luminosos. Me mece en la dulce embriaguez del duermevela. Me deja navegar en su misterio con ojos hipnotizados ante tanta profundidad, tanta belleza. Me seduce y luego lentamente se va con el amanecer, que tiñe de matices sonrojados por los rayos del sol naciente, su oscuridad".
Quidam
